Patio interno
CELO
El barrio se ha vuelto intransitable.
Las piedras de la calle se levantaron
como un gran terremoto.
Son restos paridos de una boca
preñada de barro y calor sofocante.
¿Quién hizo este mundo a semejanza
de un dios en celo?
PATIO INTERNO
Invoco a mi soledad como un peligro.
Decido que nadie me diga
qué me fortalece
aunque no sepa distinguir
la valentía, de la ocasión
sobre la mesa
hay una mujer tímida
y en su piel
una remera transpirada
se adosa
como un patio interno.
TREGUA
Si encontrara el arma
con la cual domesticarlo.
Es mi afán asustar
a un corazón tan bruto.
Pero no es él quien vuelve
sino los sueños y la quietud
el movimiento de sus pestañas
que desmalezan mi cansancio.
(de La Mujer Suelta, Mundar 2022)
RITUALES
Abro un libro nuevo.
Las palabras de Anna
despiertan
la oscuridad de mi cuerpo.
Quisiera que estés ahí
y me digas lo que tus ojos ven.
¿Será que la libertad
se ejerce con la otra?
Espalda con espalda
una sola columna vertebral
fortalecida.
La voz de Anna desanuda mi garganta
cuido mi sonrisa para vos
me la dieron para que amara, recita.
Exploro su cuerpo entre las hojas
pruebo tomar sus manos
le cierro los párpados
entreabro su boca
y arrojo semillas sobre la lengua.
La primavera se proclama, dices.
El tallo de una flor se quiebra
armamos una vincha de terciopelo
sobre su cabeza.
EL PRIMER MOVIMIENTO
Cuando despiertes, Lucía,
contempla tus brazos.
Destapar tu cuerpo quizá sea
el primer movimiento
ayudarlo a que se impulse
con algo de frescura.
El cuerpo necesita un gesto
una excusa
mantenerlo cerca
para sentirse despierta
tejer un hilo
hacia la mente
arrastrarlo afuera
de este mundo
que se cierra.
Lo único que llegamos
a prometernos
es esto: persistencia
palabras que se levantan
por la espalda,
la verdad en la lengua
como acto de vida.
(de Poemas a Lucía, Falta Envido Ediciones 2024)
REMEMORACIÓN
En mis auriculares baratos suena aquella canción
que escuchábamos en las vacaciones,
y aparece la noche, una autovía,
esa parte de cerrar los ojos
para volverlos a abrir
cuando te señalo un animal en la ruta,
porque deseo aprender un lenguaje minúsculo
que abarque mi vida
el dolor de rodillas, la comida
que ahora desearía probar de nuevo,
esas imágenes se desperezan sin querer,
una nube rebelde traída por la tormenta de esta mañana.
Pero qué sentirás ahora que estamos lejos,
ni si quiera tanto, lo suficiente
como para perdernos de vista, de tacto,
de olfato, lo suficiente para hacernos falta
e imaginarme cómo se desprende de tu cuello
un hilo de luz hacia el suelo
donde la tierra se humedece.
No sé si es la fertilidad
o la ternura de la sal en los ojos
o quizá este silencio grande
como tu campera azul cubriendo mi espalda
liviana y apta para la lluvia
mientras vos te vas y caminas apresurado
delante de mí
sin decirme a dónde.
EL APAGÓN
Agaché la cabeza y vi
cómo el viento levantaba mi remera
un sonido de álamo fresco
era el pelo desatado
enredándose en el cuello.
A las once de la noche
esperábamos la tormenta
y desde la terraza vimos
la ciudad sin luz.
Rayos nacían del norte,
del sur y el oeste.
Nos acostamos en el piso
sin rozar nuestras sombras
la luna y las estrellas se abrían impolutas
como el canto de un tornado
había claridad, un recorte de noche
y nuestros ojos brillantes.
Agarré tu mano, recorrí sus líneas,
se bifurcan como los relámpagos en el cielo, dije.
Confesaste que ese verano te sentías grande
sobre esas líneas ibas y regresabas
un Aleph en la palma,
cerraste tu mano encima de la mía:
ya vendrá lo que nos de paz.
Fue un movimiento sutil de palabras
un vaso de lluvia para la sed,
y el aire cálido barriéndonos el pecho.
Todavía volvemos ahí.
(inéditos, 2025)
Gabriela Álvarez nació en Santiago del Estero, Argentina. Es poeta, abogada y editora. Publicó Migraciones (ediciones En Danza, 2018), La Mujer Suelta (Mundar, 2022) obra ganadora del Concurso de Libro de Poesía Clementina Rosa Quenel 2021; y Poemas a Lucía (Falta Envido ediciones, 2024). Participó en el XVI Festival Internacional de Poesía, Bs As. Integra Piedra Madre editora. Estudia con la poeta Natalia Litvinova.