La ausencia es una forma del invierno
DA VERGÜENZA DECIRLO
Con los ojos vendados,
para que no pudieses recordar el camino,
intenté conducirte
al refugio sereno donde guardé mi vida.
Da vergüenza decirlo,
pero a veces los años construyen una casa
de medios sentimientos,
de verdades medianas,
de pasiones dormidas como animales viejos,
de cenizas y sueños humillados.
Y el cuerpo se acostumbra,
y las sombras apoyan su cabeza
en un pecho de sombra,
y el corazón se siente en paz o se doblega
a una derrota cómoda sin heridas mortales.
Da vergüenza decirlo.
Con los ojos vendados
para que no pudieses recordar el camino,
intenté conducirte
a mi mundo sereno de verdades a medias.
No me ha sido posible.
Esta noche insegura,
que mueve los relojes con la prisa
de tu pulso más vivo,
me envuelve y me repite:
no te ha sido posible.
Esta noche de viento,
que fue soltando amarras hasta quedarse tuya
como un delirio de melena negra,
me llama y me confirma:
no te ha sido posible.
Esta noche de gente
que pasa por las calles con tus ojos,
con la forma que tienes de vestirte,
con tu sonrisa de país lejano,
esta noche me empuja y me convence:
no te ha sido posible.
Y aquí estoy yo,
que voy soltando amarras hasta quedarme tuyo
y camino hacia el mar
con los ojos cerrados,
como una barca deja su refugio,
una barca feliz que se repite:
no me ha sido posible,
porque nada me importa,
sólo tu piel,
la piel de una tormenta.
Da vergüenza decirlo.
CARTAS
Como cierras los ojos,
cierras también los sobres de tus cartas.
La misma voluntad de retener un sueño,
de retener el mundo palabra por palabra
para poder contármelo,
porque la luz, las fechas y el nombre de las calles
y la cafetería de las comidas rápidas
o la penumbra del estar desnudos,
son ahora la huella de tu mano,
imágenes que saben devolverme
los primeros encuentros,
igual que un sueño salva parte de nuestra vida
y nos cuenta su historia
al dejarnos dormidos.
No sé cómo decirte
que soy más tuyo cuando soy del mundo,
porque tu letra tiene
ese color del cielo ya metido en septiembre,
y la tinta es un día con voluntad de lluvia,
el recuerdo cayendo como en una ventana,
horas en tu ciudad, paseos y lugares,
agua que justifica mi mesa de trabajo,
al caer sobre ella en un sobre tranquilo,
en un sobre cerrado
como cierras los ojos al quedarte dormida.
Y soy del mundo cuando soy más tuyo,
por la misma razón que los días de lluvia
nos devuelven palabras de familia
y el olor de la tierra.
LA AUSENCIA ES UNA FORMA
DEL INVIERNO
Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,
con ese mismo invierno que hiela las canciones
cuando la tarde cae en la radio de un coche,
como los telegramas, como la voz herida
que cruza los teléfonos nocturnos
igual que un faro cruza
por la melancolía de las barcas en tierra,
como las dudas y las certidumbres,
como mi silueta en la ventana,
así duele una noche,
con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,
con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,
pues todo se me olvida
si tengo que aprender a recordarte.
POÉTICA
Hay momentos también en que dejamos
las palabras de amor y los silencios
para hablar de poesía.
Tú descansas la voz en el pasado
y recuerdas el título de un libro,
la historia de unos versos,
la noche juvenil de algunos cantautores,
la importancia que tienen
poetas y banderas en tu vida.
Yo te hablo de comas y mayúsculas,
de imágenes que sobran o que faltan,
de la necesidad de conseguir un ritmo
que sujete la historia,
igual que con las manos se sujetan
la humedad y los muros de un castillo de arena.
Y recuerdo también algunos versos
en noches donde comas y mayúsculas,
metáforas y ritmos,
calentaron mi casa,
me dieron compañía,
supieron convencerme
con tu mismo poder de seducción.
Ya sé que otros poetas
se visten de poeta,
van a las oficinas del silencio,
administran los bancos del fulgor,
calculan con esencias
los saldos de sus fondos interiores,
son antorcha de reyes y de dioses
o son lengua de infierno.
Será que tienen alma.
Yo me conformo con tenerte a ti
y con tener conciencia.
Luis García Montero (Granada, España, 1958). Ha publicado libros como Habitaciones separadas (1994), Completamente viernes (1998), Vista cansada (2008) o Balada en la muerte de la poesía (2016). Catedrático de Literatura española en la Universidad de Granada, poeta, narrador, ensayista, ha recibido, entre otros, el Premio Nacional, el Premio de la Crítica, el Premio Poetas del Mundo Latino y el Premio Carlo Betocchi. Actualmente dirige el Instituto Cervantes.