La casi noche
(Traducción al español de Zingonia Zingone)
Nadie me quiere por madre
me miran y no hablan
con ojos azules o cafés
golpean sus manos en las rodillas
y corren descalzos
por las entradas luminosas.
*
Me mata y me roza
lavar ropa es llamarada
lino que separa los planetas
ondea la barajita de una catástrofe
entre tú y yo mueve un violín
la tormenta es casi un tango
la mano firme en la espalda
la vida volcada el rostro caído
pero todavía no he pasado por encima
de ese poco de pudor
y barro el planeta
mi propio polvo.
*
El olor a roca
coagulado en una piedra de sangre
entra a los pulmones
como una gaviota
la roca está viva de musgo
el verde sale como un animal
en el verde claro
la piedra esquivada de cada tumba
el viento sacude la mirada
como un ramo de olivo
casi roto.
*
Miseria de historias sin contar
la hora frente a la que
no podrás ya postrar nada
ser escuchado cuando lloras
las cigarras las hojas de la encina
las blancas estelas cruzadas en la luna
las narices mojadas de los animales
el olor a miel
beber cuando tengas sed
el olor de las manos que han cocinado
el silencio en la sala de espera
el café, el vino.
Todo en el mundo es diminuto
cae al suelo como los niños
te mira con ojos petrificados
un segundo antes de llorar.
Abro mis brazos
como una madre o como una cruz.
*
Prestar tu boca
como las hojas rojas de un seto cortado
o mirar a alguien
entre risas garabatear la muerte
que ha visto a Dios y la vida
jalar cuerdas de campanas
como si el tiempo ahorcado
muriera en una música.
*
Hay vidas mágicas
vestidas de impermeable negro
cabello a cortinilla
huérfanas de cenas
de vasos que chocan
(no es pestilente lástima como estilo de vida)
en esos pasos monótonos que van hacia el altar
esa moneda en la boca, caritas
el hombre tranquilo con los ojos colgados hacia abajo
en esa estela hospitalaria, en ese vagón
cuántas desesperaciones han subido
la misericordia del hombre de nada
el hombre que al voltearte está allí
sentado en la banca.
*
Deberíamos tener el coraje de morir
en un lugar donde la vida se recompone
observando un árbol que hemos amado
llevar a mi padre allí, sentado
sin hacer nada
junto al viento dulce
que se lo llevará, algún día
quedarse fuera de casa
ya no es un peligro
la sonrisa del primer sol de mayo
tiene para los ancianos el pudor de una madre
las golondrinas rondan
como una mano batiendo
un huevo con azúcar
no hay prisa, tómate todo el tiempo
para comer y levantar los ojos
contra ese rostro descolorido
que regresa para tomar de nuevo tu mano
y yo compartiré con ella
una cuchara y luego otra.
*
Tus ojos de Habanero
rodean la alegría
de oscuro en la oscuridad
como reías y la expresión
no se caía
sentía una araña remontar
en su brisa de dragón
atándome en círculos de seda
yo era la criatura inmóvil
con el mar en la boca
que nada mueve para vivir.
*
Todo se tambalea
todo se asienta en su exterminio
como un oboe
roto por una rodilla.
Mientras tú lavas los platos de tu reino
el aire se derrumba en el viento
entra tierra por las ventanas.
El amanecer está maduro
y cortado
en tu rostro vivaquea mi corazón
se levanta sólo para temblar
una vela lo sostiene en las manos
como un labio en agonía.
Francesca Serragnoli (Boloña, Italia, 1972. Es licenciada en Letras Modernas y Ciencias Religiosas. Ha publicado los poemarios Il fianco dove poggiare un figlio (Boloña 2003, segunda edición por Raffaelli Editore, 2012) , Il rubino del martedì (Raffaelli Editore, 2010), Aprile di là (LietoColle – colección Pordenonelegge, 2016), y La quasi notte (MC edizioni, 2020). En castellano cuenta con la publicación de Abril de allá (HDJ ed., Buenos Aires, 2020) en la traducción de María Cecilia Micetich.