Gordon E. McNeer

Mira lo que has hecho

Mira lo que has hecho

 

 

(Traducción al español de Raquel Lanseros)

 

 

 

JESÚS Y LOS PINGÜINOS

 

Me preguntas de qué escribo…

Bien podría ser yo Jesús comiendo

un panecillo y escuchando a los pingüinos

recitar el Credo de Nicea.

 

Te vi y mi piel se volvió

un mapa de carreteras se volvió un río se volvió

el suave brillo de Rembrandt o los sátiros locos

de Picasso. Los borrachos en el metro

veneran el chicle que masticas. Hay

mangos y dulce hierba

y té verde en tus ojos húmedos.

Hay una cíngara en la oscuridad

que engendra tu nombre.

 

Recorta el corazón de este poema y

déjalo bajar por tu garganta en silencio.

Te hablará en cada cosa que veas.

Por ti, barrería mi porche

y plantaría un jardín. Por ti, yo dejaría

una luz encendida en la oscuridad.

 

 

 

 

LÁTIGO

 

Si alguna vez me vuelves a dejar,

abandonaré mi pluma,

cerraré este libro que amo,

apagaré la música y moriré.

 

Sin duda, el amor es brutal a cualquier edad,

la rabia que sentí de niño

sigue en la tumba de mi madre

hoy: cicatriz sin tiempo, fuego lejano.

 

El látigo aterriza y otra alma

grita de dolor. No hay modo fácil

de aprender – aprendemos muriendo –

sabiduría de pago a plazos.

 

Préndeme fuego lentamente. Estos huesos

servirán para mantener tu cuerpo caliente

por un tiempo: son huesos amorosos…

No he nacido para perderte dos veces.

 

 

 

 

CUATRO PIEZAS FÁCILES

 

Olvidar a Eliot

fue mi primer error…

pero olvidar

es recordar

otra cosa

a la vez

más importante

mientras el gato pisa

la maceta

y el canto de un pájaro

desaparece en un matorral

y ella aún tiene un rostro

que la oscuridad podría

matar en un instante

y yo puedo escribir la

palabra Laura y sentir

la mano del maestro dentro

de la mía temblando de

rabia …

y había

un tigre entre nosotros

que se comió tu corazón por la noche

y se me quedó mirando por

la mañana.

 

La poesía te permite fingir ser

la persona que sabes que eres.

 

 

 

 

WILLIAM Y EMILY

 

Claro, yo me podría cansar de ti

en mi lecho de muerte tal vez con

una mano cuidando tu jardín

la otra extendida para llegar a dios

sabe qué tu sonrisa tu silencio

tu amor por la comida basura

todo lo que significabas para mí

antes de que significaras todo para mí

cuando el lenguaje falla lo único que

puedes hacer es mirar con asombro

cualquier cosa que se mueva o no

pero hay tanto que puedes ver

calcular las posibilidades y

luego callar y escuchar… ¿qué?

hay tanto que puedes oír

o sentir la espina te pincha

y sangras pero sólo puedes

sangrar tanto tiempo sólo doler tanto tiempo

el sabor de ese vino que casi

recuerdas el olor de ese jardín

gusanos en la lluvia y una oración…

 

 

 

 

FLEURS

 

Treinta años después de que escribieras

Les Fleurs du Mal

tus versos me recorren

igual que el vino amargo

que abandonan los amantes.

 

Oigo tu pluma arañar

el papel mientras escribes

estas palabras a solas en tu estudio.

El aroma a Jeanne Duval

está en todas partes.

La maldición de su carne,

la extravagancia de su pelo,

su saliva que perdura

como pétalos de rosa

bajo tus uñas pintadas,

el latido incesante de su corazón

contra su garganta y tus labios

te aprisiona y te fascina,

te hipnotiza mientras tus palabras

giran en el aire de la tarde.

 

Bebe profundamente del opio de sus ojos,

huele el hedor que la abraza,

las sábanas perfumadas, empapadas de sudor,

la hediondez en las esquinas del cuarto

donde lleváis a cabo vuestros rituales

y entretenéis a la serpiente danzante,

la bestia que tan sólo vosotros conocéis.

 

Ella es el oro pálido que fluye

a través de los ojos del niño Jesús

hacia tus labios mientras escribes estos versos.

No hay muerte más dolorosa

que esta lánguida espiral en tu abismo.

 

No hay sustituto de su gracia.

Eres un hijo agradecido a la leche de su madre,

la carne putrefacta de un cadáver, el amor que se corrompe

ante tus ojos, el rencor de una ciudad fracasada,

la rabia de una vida traicionada, una invitación a un paraíso

que sólo un conejo fumador de narguile podría conocer.

 

Llega el amanecer pero estas flores extrañas y perversas

languidecen en la oscuridad de tus ojos:

joven, exhausto, desvalido, abandonado a tu suerte.

 

 

 

 

 

Gordon E. McNeer. De ascendencia méxico-americana, cuya madre nació en México en el año de la revolución mexicana, Gordon McNeer posee una licenciatura y maestría en español y un doctorado en Lenguas Romances por la Universidad de Princeton. Ha sido profesor en las universidades de Princeton, the University of Florida, the University of California Berkeley y Agnes Scott College. Durante sus años como profesor en la University of North Georgia, también fue Director del Instituto Internacional en Madrid (1999-2000). De 1996 al 2008, ejerció como Director de estudios en el extranjero para estudiantes de North Georgia en España, llevando grupos de estudiantes a la UIMP, al Instituto GRIIS y a la Escuela de Idiomas Nerja. Ha sido editor/traductor de tres volúmenes bilingües del poeta José Hierro, ganador del premio Cervantes por Cuaderno de Nueva York / New York Notebook. Ha dirigido, además, una serie de poesía hispánica en su universidad, Hispanic Series, donde ha publicado ediciones bilingües de Poesía ante la incertidumbre, Cobijo contra la tormenta / Shelter from the Storm de Benjamín Prado y Los ojos del pelícano / The Eyes of the Pelican de Fernando Valverde. En Valparaíso Ediciones ha publicado también en versión bilingüe Croniria de Raquel Lanseros. Es autor de dos libros de poesía: Mira lo que has hecho (trans. Raquel Lanseros) y Los hijos de Bob Dylan (trans. Elvira Sastre). Su área de especialización es la tradición lírica española con especial atención en la poesía española contemporánea.

-Fotografía del autor © Joaquín Puga.

 

Written by Mario Meléndez

Deja una respuesta

Eleonora Finkelstein

Dimitris Angelís