Federico Díaz-Granados

Hospedaje de paso y otros textos

 

Hospedaje de paso y otros textos

 

 

 

 

 

NOTICIA DEL HAMBRE

 

Me habita el hambre. Y todos me lo dicen.

No es el miedo ni la duda

apenas un ritmo intacto que no toca con su sal la orilla.

Es el hambre, quizá un leve testamento

o esta insistencia en destruir la casa

y renovar la piedra en sueño.

 

Es poco lo que recuerdo de mí a esta hora, el disperso,

el que a la intemperie es un poco de hierba,

una palabra sin traje con olor a otras tierras

y que mira con cara de extranjero todas las prestadas alegrías.

 

Llega el hambre con su mismo azar y su idéntico augurio.

La lluvia está debajo de la carne

y pocas cosas recuerdan al viejo amor

que ya no cuenta.

 

Es el hambre. Y todos me lo dicen.

No es el leve testamento ni la tristeza de las noches.

No es la poesía

ni la música que traduce el tiempo.

 

Un poco de hambre

y el cansancio de llenar la estantería de ausencias.

 

 

 

 

HOSPEDAJE DE PASO

 

Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.

No he sabido cuándo salen, cuándo entran,

en qué estación desconocida descansan sus miserias.

Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos

quejándose de mi tristeza,

en algunas temporadas se han quejado de humedad

de mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.

 

Se marchan siempre sin pagar los inquilinos de mi vida

y el patio queda nuevamente solo

en este hotel de paso donde siempre es de noche.

 

 

 

 

CANTO MINERAL

 

¿Y si el alma es de piedra por qué ese mineral sueña con tu cuerpo?

¿Y si el alma es de piedra por qué el dolor

toma la forma de un lejano volcán

y salta al vacío desde su desprendimiento?

 

No dejes la piedra a merced de la noche

ni esperes la llegada del canto a la soledad,

vendrán los pulsos tardíos a callar la palabra

y algunos muertos se acomodarán en el fuego de esa espera.

 

Nunca el silencio

la música siempre

las palabras llegan todos los días a la sed

con sus lecciones de llanto.

Hemos equivocado el mundo y como una secreta impunidad

no traducimos al mineral

la lengua del error y los colores de la ruina.

 

Espera a la piedra

la que te esperó aquí mismo hasta hacerse piedra

la misma que se acuña y se hace esbelta.

 

Nunca el silencio

la música siempre

el día trae el final

y la voz que huye.

La piedra se desprende día a día

de la vida.

 

(de Hospedaje de paso, 2003)

 

 

 

 

PLEGARIA

 

Señor de los adioses

concédenos un poco de tu gozo,

inaugura la mañana en la herida de los pájaros.

Dime de cuál secreto mar provienen estas lágrimas

y por qué el corazón no encuentra nunca su camino de regreso.

 

Señor

Qué fue de los amigos

de los que no volvieron a mi casa

y no excusaron mis diarios temores,

hacia cuál color trastearon ellos sus festejos.

 

No tengo sed, Señor

pero todo signo tuyo hace de mi vida

una permanencia en la sequía.

 

Seguro existirá un cielo que no veré

un cielo con su única estrella.

Será otro cielo el que toquen mis manos

otro oficio el del viento al inventar la primavera

Se nos rompe la vida y se nos rompe la muerte

y será un cielo repetido el que vean ese día mis ojos.

 

Señor

¿De dónde proviene esta ronca voz

que trae rumores de otras vejeces?

¿De quién es esta voz que golpea la casa y el rostro?

¿A quién preguntar si mis afectos no conocen ese júbilo?

 

Señor

por qué el amor y el tedio

están hechos a la medida exacta  de mis azares y tristezas.

Estamos más solos que la ruina.

Ayúdame a reconocer mis gestos

en los cuerpos que un día fui

hace muchos siglos

todos los días

lleno de imprevistos y lejanías.

 

(de Álbum de los adioses, 2006)

 

 

 

 

RETORNOS

 

No creo en retornos

Pero este amargo corazón de casas viejas y calles rotas

Late en cada regreso

Sin gestos ni ademanes

Y sabe que el mundo es un mal lugar para llegar

 

Y se regresa a escribir un poema que trate de una muchacha en un aeropuerto

Que espera un avión de quién sabe dónde

O escribir sobre la carta que nunca recibí aquel sábado

Escuchando el viejo casette con mis nostalgias favoritas

O sobre los versos robados a Salinas, Borges, Walcott

Y las tardes de sol en el estadio de fútbol

 

No creo en los regresos

Pero este seco corazón de otros días canta a destiempo

Sobre el cielo que quema el nombre de una mujer que amé

 

Escribir un poema que trate del tiempo o de tu cuerpo

O sobre el poema de otro poeta

 

No creo en retornos

Pero mi vocación de viajero hace que parta hacia la intemperie en el mundo

Dejando, como en mis días de boy scout, piedritas y migas de pan

Para no perder el camino de regreso a tu cuerpo.

 

(De Las prisas del instante, 2014)

 

 

 

 

Federico Díaz-Granados (Colombia, 1974). Poeta, ensayista y divulgador cultural. Ha publicado los libros de poesía: Las voces del fuego (1995), La casa del viento (2000),  Hospedaje de paso (2003) y Las prisas del instante (2014). Han aparecido tres antologías de su poesía: Álbum de los adioses (2006), La última noche del mundo (2007) y Las horas olvidadas (2010). Preparó las antologías de nueva poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997) e Inventario a contraluz (Arango Editores, 2001) y realizó para la revista Punto de Partida de la UNAM de México la antología Doce poetas jóvenes de Colombia (1970-1981). Actualmente es director de la Biblioteca de Los Fundadores del Gimnasio Moderno y de su Agenda Cultural. Es parte del comité organizador del Festival Internacional de Poesía de Bogotá y dirige el Premio Nacional de Poesía “Obra inédita” que se convoca desde el año 2005.

 

Written by Mario Meléndez

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